Ilustración por: Sofía Rodríguez y Javier Alamilla
Por: David Mayoral Bonilla
Dígase, en primer lugar, lo importante: las leyes de la física y la ruleta de la coincidencia admiten que un escritor, un músico, y un ilustrador tomen lugar en una misma mesa. Al final no importa saber quién hace qué cosa, pues siempre resulta una conversación curiosa entre quienes pueden llamarse ‘artistas’. Dígase, ahora, que todos beben café, cada quien al ritmo que desea; la premeditación de los sorbos puede (o no) ser necesaria. La conversación llega a dilatarse hasta rozar la intimidad de los artistas. Esta intimidad no es otra cosa más que sus respectivas obras: una conversación con el artista sobre su arte es intercambio bastante honesto, siempre y cuando el artista haya ‘restado sangre de su corazón’, en palabras de Gabriela Mistral, para darle vida. Dígase, pues, que tuve la dicha de tomar un café con dos artistas: Sofía Rodríguez y Javier Alamilla, conocidos en conjunto como Mixing Cereales.
Como quien recién conoce un rostro agradable en medio de la muchedumbre, quise saber no sólo el nombre, sino su razón de ser. «Una vez –comenzó a decir Sofía–, en la prepa, nos preguntamos por el nombre que le pondríamos a la banda (en principio, deseábamos formar una), y Mixing Cereales era ideal, pues eran los dos idiomas que reinaban en mi vida. Además, fonéticamente me ‘brincaba’ muy padre. Más adelante, decidimos hacer un colectivo porque deseábamos producir más [ilustraciones], por bien nuestro, y Mixing Cereales fue la primera opción.» Enseguida, Javier coincidió: «No teníamos idea de ponerle otro nombre. Era la idea de un “grupito imaginario”, y comenzamos con ese nombre. Pensamos en meter más gente al proyecto, aunque estéticamente no coincidieron con él. Así que terminamos siendo nosotros nada más.»
Escucharlos hablar trajo a mi mente algunas de sus ilustraciones, a la vez que observaba la danza del vapor que se hilvanaba desde las tazas de café. El vaho giraba, torcía su cuerpo en elegantes curvas, parecidas a unas ilustraciones de Sofía; hombrecitos con silueta curvilínea. Pude ver también las estrías de la madera de la mesa, tan bien definidas, como los trazos de Javier sobre el papel de algunos trabajos suyos. Los estilos de ambos variaban, no sólo entre sí; a medida que veía sus trabajos, di cuenta de la diversidad de técnicas, ambientes, emociones, incluso de títulos. Sofía tenía ilustraciones de estos hombrecitos, sencillos y divertidos, a la vez que No sé pronunciar Musée d’Orsa, un trabajo asombroso por su detalle y proporción de los cuerpos, figuraba en su repertorio artístico. Lo mismo pude observar en Javier: sus retratos son profundos, dicen mucho más que un rostro, un entrecejo fruncido o unos labios entreabiertos. Su colección de ‘Rilakkumas’, un personaje ficticio japonés que emula un oso mediante trazos relajados, demuestran un magnífico trabajo en las texturas. Quise saber de dónde venía esta diversidad de ideas y de técnicas. Javier tomó la iniciativa para hacer constatar el origen de su inspiración: «A mí, estética y visualmente, tengo muy presente la cultura pop de internet. Dibujo gente famosa, cosas graciosas, o cualquier cosa en la que me vea representado. Es una forma muy abstracta de encontrar mi identidad en esos objetos. Sofía tiene una línea más rara.» La ilustradora, por su parte, genera sus ideas «con lo que despiert[a]. Siento que lo siento al iniciar el día y lo que me da ganas de hacer en ese día, así como lo que veo, se reduce a la imagen que voy a hacer. Si me siento triste o si un helado que comí sabe muy rico, eso tendrá mucho que ver con lo que voy a querer compartir al día siguiente.»
Sofía compartió después las técnicas para vestir sus ideas: «A mí me gusta mucho usar pintura, aunque el lápiz es como un compañero de lo demás.» Y Javier mencionó las suyas: «Estoy casado con el lápiz desde la prepa. Me quedé con la idea de una maestra que dijo que yo no sabía utilizar colores. Mis obras tienen muy poco color, aunque lo intenté por un tiempo. A veces es todo en blanco y negro, a veces uso colores, pero prefiero que todo sea en un solo color.»
Uno entonces descubre el nombre, su razón de ser, y su afán por la singularidad; las condiciones para perpetuar la curiosidad estaban dadas. Las preguntas pululaban con mayor fluidez y curiosa sinceridad.
Bien pude darme cuenta del valor individual de los artistas que conformaban Mixing Cereales. ¿Hubo algo, vamos, una carrera artística propia de cada uno, antes de conformar MC? En otras palabras, ¿Qué había antes de MC? Sofía hizo una pausa, como haciendo memoria. Después soltaría una risa breve y discreta: «No había nada. O sea, yo tenía mis dibujos contados en las manos. Tuvimos una clase con el profesor Alejandro Farías, quien nos metió la idea de un ‘sketchbook’: a la semana, debíamos entregar mínimo 10 dibujos. Entonces nos dimos cuenta de la importancia de la práctica, y eso nos fue motivando a hacer eso. Empezamos con la idea de hacer un dibujo diario y publicarlo en internet. Al tener una meta así te fuerzas a pensar “tengo que dibujar algo, tengo que subir algo” te obliga a dibujar. Eso fue lo que empezó todo esto.»
En la misma mesa, sumergido en el silencio de una rebanada de pastel, Irwing, familiar de Javier, supo decir de otra manera el desarrollo del colectivo. Contó que «al principio, como familia, le hacía bromas y lo molestaba. Pero al ver el impacto que tienen…» Hizo una pausa, como juntando las palabras que describieran el asombro que el éxito de Mixing Cereales despertaba en él. Al no encontrarlas, continuó: «Yo estuve ahí, y fue muy gradual, aunque de repente comencé a ir donde los entrevistan, donde venden… Ya me tocó una vez vender por Javier, porque él se había ido de viaje. Me impresionó lo que venden. Le avisé que había vendido tanto, y me respondió: “Fue una noche muy mala”, pero yo sentí que era bastante.»
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Sofía dijo que antes de la conformación de Mixing Cereales ‘no había nada’. El entrevistador tiene el derecho de sospechar siempre y cuando haya cumplido con su obligación de indagar. Había visto una ilustración de un cuaderno cuya portada era un panda. La descripción de la publicación donde dicho dibujo se encontraba decía que era muy importante. Y, en efecto, lo era: «Ese cuaderno es el que alberga unas de las primeras ilustraciones de Mixing Cereales.» Sofía no pudo evitar esbozar una sonrisa «Lo sentía muy mío; lo cargaba por todos lados, tanto que se rompió unas seis veces. Le derramé café…» «Todo lo que es de Sofía tiene café encima» rio Javier. «Lo trataba muy mal» concedió Sofía «pero lo quería mucho. Algo que me encanta y que creo que lo hizo muy mío en ese momento, es que, a la vez que intentaba hacer esto de Mixing Cereales, recuerdo que cuando pinté el panda yo no esperaba nada, pero me gustó mucho la imagen. Así como cuando un niño anda por ahí con su peluche durante todo el día, era algo así, un juguete que traía conmigo.»
De la libreta al colectivo seguramente había un camino que no podía ser ignorado. Pregunté entonces por el momento en que decidieron hacer públicas sus ilustraciones y proyectos. Javier fue el primero en contestar: «Yo tenía la idea que el internet es muy poderoso. Cuando era pequeño, pasaba frente a la televisión varias horas. Cuando me castigaban y me quitaban la televisión, iba a internet. Siempre me sorprendió la forma en que se movían las cosas en internet. Así que decidimos hacer la página en Facebook e invitar a nuestros conocidos. Cuando haces una página con un dominio propio, algo así como mixingcereales.com, la gente no entra o hay poco movimiento. En cambio, Facebook es muy conocido. De hecho, primero creamos la página, y nos quedamos con la duda acerca de qué imagen de perfil íbamos a ponerle. Pasaron como 20 o treinta días y la página estaba vacía, porque no sabíamos por dónde empezar. De hecho, lo del logo lo hice en la casa de Sofía. Me encerré en el cuarto de abajo y me puse a dibujar, y finalmente me gustó uno que hice con mi letra. Sólo decía Mixing Cereales.» La idea fue complementada por un comentario de Sofía: «Empieza con esta idea del colectivo, aunque también era con la idea de perder el miedo. Antes de Mixing Cereales, publicar algo en internet, cualquier cosa que hubiera hecho, me daba pánico. Tenía miedo a que me juzgaran, ¿sabes?» «No sólo era eso» intervino Javier «Siempre se roban las cosas. Era necesaria una firma. Hay otro artista que se llama Mario Guillén, quien nos comentó que perdió el miedo porque vio que nosotros publicábamos nuestras cosas, y a veces hasta sin firma, porque era nada más como hacer dibujos rápidos, tanto que ni te daba tiempo de hacer esas cosas. Lo mismo pasaba con Mario. Nos contó que empezó a perder el miedo, y que creó su página, que se llama The Karl Marx Experience.»
Acerca del propósito por el cual publican sus ilustraciones, hubo distintas respuestas. Por su parte, Sofía explicó que «es más por la cuestión de practicar, aunque suene egoísta. Luego lo más ‘random’, un garabato o cosas así, lo comparten mucho más que un trabajo al que le dedico dos días o más. Eso igual me ha dado más libertad, porque te das cuenta que lo más genuino es también lo más divulgado.»
Mixing Cereales posee una amplia variedad en sus ilustraciones. Abundan los retratos, compañeros de escena de dibujos más abstractos y sencillos. Así contó Javier los tópicos que suele frecuentar en sus obras: «Lo que más he dibujado es a mis amigos y autorretratos. Me gusta dibujar mi realidad. Puedo llegar a dibujar un peluche, pero que formó parte de mi realidad, de mi momento. Siento que es como un diario.» Sofía, por su parte, es más espontánea: «Depende mucho del dibujo. A veces es muy personal. Hay veces en que digo “ah, tengo una idea, y la tengo que poner”. Normalmente se da en un momento de mucha reflexión, aunque conforme lo voy haciendo, voy añadiendo también varias cosas. Igual hay imágenes que me motivan a hacer algo. Por ejemplo, puedo ver que un museo comparte una imagen que me gusta y digo: “debo tenerlo también”». Javier tenía la pinta de agregar un comentario, y así lo hizo: «Tengo también, en mi computadora, una lista de títulos que son ‘cosas que se me quedan’. Cuando encuentro el dibujo adecuado para el título, aunque no tengan nada que ver, al momento de publicar el dibujo, el título obtiene un significado para mí.»
Este último comentario resultó revelador. Conforme paseaba por las publicaciones digitales de MC, mi curiosidad por los títulos incrementaba. Llamaron mi atención Bailando Ricachá (obra en papel picado), Todos estamos enamorados de los cíclopes (ilustración), y, quizá el dibujo más curioso (y aleatorio): Spicy meatball, give you diarrhea (Albóndiga picante, te da diarrea). No podía quedar cuestión irresoluta al respecto de estos títulos. Sofía explicó el origen de los dos primeros, correspondientes a obras suyas: «El de Bailando Ricachá es por una canción popular que lleva ese nombre. En el papel picado ilustro algo de la canción: son ‘aliens’ llegando a bailar. De Todos estamos enamorados de los cíclopes: una vez entré a una biblioteca y vi un libro de Marlin Dumas. Ella se identifica por tener títulos muy padres. Justo uno de sus títulos es ese: todos estamos enamorados de los cíclopes. Me gustó mucho cómo sonaba. Bueno, la imagen que lleva ese título sí muestra un cíclope, aunque igualmente leí algo de Rayuela, el pasaje que dice que cuando besas a otra persona ‘juegas’ al cíclope.» Y sobre Spicy meatball, give you diarrhea, Javier esclareció su sentido: «El título es parte de una canción de un comediante de YouTube, Pink Guy. La canción es Ancient Pizza. La escuché en una época un poco triste de mi vida. La serie de ‘Rilakkumas’ son fragmentos de situaciones cómicas o tristes. Durante esas escenas tristes que estaba pasando, la canción era la que me mantenía tranquilo, pues realmente no habla más que del ego de este señor.»
La ilustración que menciona Javier forma parte de una serie de ilustraciones que demuestran grandes capacidades en la simulación de texturas y definición. Como quien mira un acto de magia y se cuestiona ¿cómo ha hecho eso?, me dispuse a trasladar esa misma pregunta a las obras de Javier: «El dibujo es una fotografía de un peluche de Rilakkuma envuelto en una sábana. Eso lo conseguí utilizando lápices de distintos grosores, aunque fui acostumbrándome a usar un solo lápiz. Ese dibujo lo conseguí con un 3B. Hace unos años que no invierto en material de dibujo, más que un block de hojas. Cuando entré a la escuela tenía la idea de que era necesario el realismo, por lo que comencé a dibujar rostros y retratos, aunque después me di cuenta de que es más importante la esencia de lo que hay ahí. La técnica o los materiales terminan no importando tanto como lo que quieres decir, lo que significa para ti. Aunque prefiero los lápices como herramienta de dibujo.»
«Me gusta pintar al óleo, con acrílico…» Sofía respondía a la misma pregunta, o sea, ¿cómo lo hace? «Me gustan mucho las cosas líquidas, que se manejan con facilidad, aunque el lápiz, como dije, es un compañero fundamental. A veces hago estos como bocetos, y quedan así. Con respecto del estilo…» añadió «No sé qué sería, aunque quizá me gusta más lo figurativo. Pero porque creo que se necesita el conocimiento de lo realista y de ahí puedes desdoblarte en todo lo demás.» Javier estuvo «completamente de acuerdo. Lo abstracto es como el nivel más alto, pues necesitas ser muy bueno en todos los demás.»
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Sofía elaboró una serie de ilustraciones espectaculares, hechos únicamente con tinta roja sobre superficies claras. Rindiendo honor a la piel de esos dibujos, la serie fue bautizada como Rojos:
«Esta serie se hizo en una semana. Fue cuando eran vacaciones de semana santa, o algo así. Encontré, accidentalmente, en un pasillo del ‘súper’, una pluma de gel roja. Costó algo así como 15 pesos. Poco después me fui de viaje y la llevé conmigo. De hecho, pintaba muy bien, me gustaba su color, entre rosado y rojo. Y como era de gel, era muy fácil usarla. En el cuarto donde me hospedé había muchas revistas de moda. Tenía también una libreta prácticamente nueva, así que comencé a dibujar lo que me gustaba de esas revistas. Algo que tienen esos dibujos que me gusta es que no tienen trazos anteriores al final, fue directo la pluma sobre el papel. Son personas bonitas, con ropa ‘padre’. Hay una ilustración de una muchacha acariciando un perro; el perro lo vi en el ferry cruzando a Isla Mujeres. La pieza Trinity era una modelo un poco andrógina que descubrí por esos momentos. Al principio no sabía si era hombre o mujer. Se me hizo muy bonita, y sus fotografías eran muy casuales. Me gustó, y fue el primero que dibujé. Hay otra de un muchacho con pantalones vaqueros. Era un chavo que tenía unos pantalones Calvin Klein. Me llamaron mucho la atención tanto por su textura como por la talla, me parecían muy grandes para él. Para complementar la estética, decidí que la cara fuera así también.»
Cuando le pregunté si la obra fue pensada para transmitir un mensaje a la sociedad o representar una crítica a la misma, Sofía respondió: «No en realidad. Son temas que realmente no toco. Lo hice más por las figuras de las personas y el uso del color, que es peculiar y diferente a la tinta negra.»
¿Recuerda usted, lector, el origen del nombre del colectivo? Mixing Cereales fue concebido para ser el nombre de una banda musical. Si bien MC es ahora un colectivo de ilustradores, la música no fue olvidada del proyecto. El proyecto musical paralelo empezó como Platanoise, como cuenta Javier:
«Cuando empezó esto de MC, comencé a hacer música, porque me gustaba ese nombre, de mezclar (mixing) cualquier cosa. Comencé grabando ‘samplers’ de cualquier cosa en mi celular y computadora. Eran súper feos, pero tenía la idea de hacer cosas electrónicas. En esa época escuchaba mucho ‘cheap tone’ y ‘garage funk’. Quería hacer cosas que sonaran sucias, agresivas, y que fueran hechas en la computadora.
» Con respecto de mi habilidad con los instrumentos: cursé tres años de guitarra, uno de xilófono y estuve tres años en Bellas Artes, pero estaba muy pequeñito. Salí de Bellas Artes a los doce años de edad para pasarme a dibujo. Así que sabía leer notas y pensé que podía hacerse algo con eso. Desde hace tres años estuve con la parte electrónica. A inicios del año pasado, una persona importante en mi vida me dijo que no sabía hacer música y que debería dejarlo por completo. Me quedé con esa idea, ¿para qué continuar? Eso me apagó bastante. Ahí fue cuando empecé a practicar la guitarra otra vez Tenía como cuatro años sin tocar la guitarra. Empecé a grabar samples de guitarra. El resultado fue un disco muy corto: con cinco canciones lo subí a Spotify, aunque no estaba seguro de que estuviese listo. El proyecto musical tuvo que cambiar de nombre tras platicarlo con Sofía. Se llamó después ‘Sonidos de Plátano’. Irving me dio la idea.» Irving asintió: «Al inicio era un juego de palabras. Después fue la traducción literal de “sonidos de plátano”. Javier es plátano, y el proyecto se llamaba Platanoise.» «Resulta que había una banda que se dedicaba a hacer covers de Metallica con el mismo nombre.» Explicó Javier «No quería que me confundieran con ella, entonces cambié el nombre por Platanopple.»
Quise saber después si habían participado como colectivo en eventos culturales. Sofía fue la primera en contestar: «como Mixing Cereales no hemos expuesto nada. Pero una vez, un señor de Wisconsin, Christian Anderson, artista de estilo abstracto, en el margen de los 100 días del gobierno de Trump, quiso hacer una exposición de protesta. A él lo conozco por mi hermana, que se fue de intercambio a Wisconsin, pues allá estudiaba. Él nos contactó y nos dijo que quería obras mexicanas en su exposición. Javier y yo hicimos algo y lo mandamos en forma digital, y fuimos parte de la exposición. La pieza de Javier era un letrero en la calle, a lápiz.»
Javier habló de este letrero: «Sí, de hecho, tengo planeado hacer una serie de letreros, de cosas que puedes ver en la calle. Estaba stalkeando a la novia de Thom Yorke, y subió una foto de un letrero que decía “Fuck Trump” y me pregunté: ¿puedo hacerlo? Entonces lo empecé a copiar con detalle, incluyendo los grafittis que tenía. Me gusta esa intervención por parte del público».
Habló también de otra exposición que había hecho en Buenos Aires: «Expuse una obra que no está en ningún lado. Es acerca de la contaminación auditiva, el tema es la transgresión. Bárbara Villagrán organiza el Jaiba, donde yo participé en su 15va edición. Es un vídeo de 47 minutos de duración con audio intervenido. Es una videoinstalación interactiva: el audio intervenido, aunado al audio del lugar, se juntaban y afectaban a los gráficos, de color rojo. Llegó todo a estar en rojo con manchas negras. Se llamó More red».
Sofía también compartió una de sus experiencias: «Hubo una muestra universitaria hace un año donde gané un segundo lugar. También doné una obra para Nasty Women México; se vendió y ahora está expuesta en el museo de Memoria y Tolerancia en CDMX.»
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Mixing Cereales ha continuado insistiendo en el ámbito cultural. Poco a poco llegan a más personas, haciendo asequible sus obras a un público que puede llegar a ser escéptico, o apto para recibir una agradable sorpresa. Como artistas independientes, los consejos que Sofía y Javier dan son valiosos para todo aquél productor que desee darse a conocer:
«Deben producir; no tengan miedo de hacerlo, que les valga. En Mérida hay mucha gente abierta a todas estas nuevas corrientes. Basta con que lo hagas, que lo hagas bien, y que sigas haciéndolo.»
Javier coincide y añade: «Produzcan, no se detengan, y no se centren en una sola técnica. Pueden explotar bastantes cosas y hacer más nutritivo su trabajo. Ahora estoy aprendiendo a hacer instalaciones de manera independiente. Se puede aprender mucho del internet.»
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«Creo que está en un periodo de transición». Los bombillos habían amanecido hace rato; ya era de noche. La conversación se despedía de nosotros, de la mesa bulliciosa y el café. Quise saber cómo concebían el arte, ese ente extrañísimo y, dolorosamente, a veces despreciado. Sofía contestó aquello, y Javier continuó: «Al menos yo no me atrevería a delimitar entre qué es arte y que no. La gente tiene que aprender a apreciar las cosas por apreciarlas, y no tanto a fijarse qué es cada cosa. Yo creo que estamos en una etapa pop global. Los artistas de antaño siguen haciendo sus cosas, sigue habiendo arte abstracto, y más que romper las normas, creo que esta generación está consciente de las cosas que hay en internet, que son influyentes. El pop lo encuentras en internet, donde todo crece y muere en dos segundos.»
Y Sofía: «Muchas cosas de las que hacemos trata más de divertirse. Es muy dinámico en cuanto a que no lo piensas tanto. Y luego llega alguien y aporta cosas que no hay en las ilustraciones… Pueden hacerlo y decir que algo tiene un significado cuando realmente puede no ser así. Sobre el arte en general, creo que en el cine están los genios de este tiempo, las películas son el arte que es nuestro. También tiene que ver con la globalidad del internet, donde vemos muchas imágenes. Entonces tu concepción de lo que era antes una obra de arte y lo que es ahora cambia.»
Nos levantamos y la mesa se fue de nosotros, pero la conversación se quedó para ser escuchada y leída por ustedes.
El trabajo de Mixing Cereales es publicado principalmente en Facebook e Instagram. El proyecto de Platanopple puede ser seguido en SoundCloud y Bandcamp.