Ilustración: Javier Alamilla Córdoba
Escrito por: Addy Góngora Basterra
Te gusta viajar…
Resulta inevitable compartir tus andanzas mientras exploras segmentos de mundo. Con avidez, entusiasmo y derrochando vida, planeas la siguiente expedición aún cuando no has concluido la que estás viviendo. Mientras dura la travesía, compartes fotografías con tu gente y se emocionan contigo, saborean contigo, andan contigo. Estás tan a gusto en la vida que lo menos que puedes hacer es repartir esos instantes entre tus conocidos. Como cuando en voz alta compartes con alguien el párrafo del libro que estás leyendo o subrayas, transcribes, memorizas, subes a tus redes la foto de la página como si fuera —lo es— el mejor de los amores, el bocado más sabroso de un platillo.
Te gusta conversar…
En la sobremesa familiar eres griot de la vida cotidiana, hawakati que entreteje recuerdos para sus amigos, ajtsikbal cuando hablas de temas que te iluminan. Vives rodeado de Digital Storytellers y en tus redes sociales promueves lo que amas, siendo parte de diálogos colectivos. Hoy más que nunca tienes herramientas para lanzar boomerangs con tus pasiones. Úsalas con artificio. Acércanos con ellas la visión que sólo tú puedes proveer, tradúcenos a palabras el mundo como tú lo ves.
Te gusta beber…
Necesitas voces que hidraten lo intangible de ti, desde una narrativa a lo Leonardo Padura —vaya maestría en “El hombre que amaba a los perros”— a una oda a la vida cotidiana en la poética de Carmen Villoro —que siempre reediten “Jugo de naranja”—… o la simpleza perfecta de Cristina Peri Rossi —¡ay ay ay el cuento aquel “Punto final”!— como el talento de Jaroslav Kalfar y “El astronauta de bohemia” que desafiará tu edad, animándote a publicar.
Te gusta compartir…
Te encanta la emoción de aquello que retiembla en sus centros la tierra al deleitarte con la sublime imagen que el poeta te despliega en el visor. Y es tanta, pero tanta la belleza de esa experiencia que te sobrepasa y necesitas compartirla. Quieres dársela a otros para que se deslumbren —como tú— ante destreza, talento, delicia. La literatura es juego de la oca con autores que engrandecen tu vida. Necesitas historias para sobrevivir tanto como necesitas sombra y pan.
Te gusta leer…
Y descubres que es una forma emocional de viajar, conversar, beber, compartir. Síndrome de Estocolmo de los libros, eres polizón de historias que te llevan a lugares jamás pensados. Sentir palabras que otros concibieron es tu afición, camaleón de páginas, tus zapatos son los del personaje del libro. Eres de tinta y papel, ser hecho de frases e imágenes que te catapultan a lo mejor de ti. Una línea, un párrafo es cucharada del mejor lenguaje, algo que no habías probado antes, saciándote hambre que no sabías nombrar. Es hambre, sí, con dosis de amor. Siempre amor.
Tú inspiras…
… y la mejor manera de hacerlo es compartiendo con sinceridad, sin más pretensión que dar a conocer lo que para ti es valioso. Siembra un blog, aliméntalo y míralo crecer. Contacta un editor y publica ese archivo de word que ansía ser libro. Aprovecha el auge de la lectura digital y genera un e-book: no te imaginas a donde puedes llegar. Si todas las personas conocieran el bienestar que provoca imaginar y crear, el mundo sería otro. Toma esto como un empujoncito. Hazlo.
Por eso…
… varios egresados de la Escuela de Humanidades hemos inventado paraísos creativos para darle rienda suelta a ese amor, compartiendo literatura desde nuestra trinchera, navegando por los mares de la cultura con bandera independiente. En veinte años la Universidad Modelo ha formado estudiantes que hoy son autores publicados —y premiados— en teatro, poesía, crónica, novela, ensayo, prosa poética, periodismo cultural; entusiastas promotores culturales y docentes comprometidos de a de veras con la educación. Dos décadas cobijando a gente enamorada de la licenciatura y que ahora está haciendo carrera, oficio y beneficio en México y el extranjero; creadores de revistas, blogs y centros culturales con prestigio; columnistas, colaboradores en medios locales y nacionales, agentes culturales que tenemos por vocación ser promotores literarios independientes, cada quien a su manera, cada quien desde su esquina, por su cuenta y su perfil. Porque tuvimos la fortuna de encontrar en Mérida un lugar para estudiar lo que nos gusta. Porque tenemos el arrojo de fraguarnos un camino en la literatura, haciendo de la escritura faena digna por la cual vivir.