
Escrito por: Josimar Medina Arceo
Argentina fue uno de los primeros países hispanoamericanos en consolidar una literatura como tal, propiamente individualista que reflejaba las condiciones históricas ligada e inseparable de la política.
“Martin Fierro”, un poema narrativo argentino, escrito en verso por José Hernández en 1872, se consolidó como uno de los textos más importantes no solamente en la literatura argentina, sino que con el tiempo adquirió el carácter clásico. El poema épico narra el modo heroico e independiente del gaucho, Martin Fierro; este personaje posee un carácter independiente, heroico y sacrificado. Trabajador de las pampas, vive con su mujer y dos hijos, es reclutado forzosamente para servir en un fuerte, integrante de las milicias que luchan defendiendo la frontera argentina contra los indígenas, dejando desamparada a su familia. Al volver, su rancho se encuentra abandonado y su mujer y sus hijos se han perdido. Después, desesperado, Martín Fierro mata a un negro en un duelo, lo que lo lleva a convertirse en gaucho fugitivo y perseguido por la policía. Enfrentándose en batalla contra ellos, consigue un compañero: el sargento Cruz, que inspirado por la valentía de Fierro se une a él en medio de una batalla. Y finalmente huyendo, ambos se ponen en camino al desierto para vivir entre los indios, esperando encontrar allí una vida mejor.

José Hernández | Ilustración: Adrián Patrón
Se circunscribe la historia en la época de la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, quien exigía el reclutamiento de los gauchos para combatir a los indios en la frontera. Martin Fierro se ve determinado por circunstancias sociales, se incorpora al ejército de manera forzada, tiempo después huye y conoce a Cruz. En el tema central del poema podemos ver, asimismo, una clara posición política. ¿Por qué el gaucho termina siendo un modelo a seguir para la nación y no los indios? La postura de Hernández no difiere de Echeverría: la preeminencia del fuerte contra el débil, el civilizado contra el bárbaro.
En la época de la colonia surge el tipo social del gaucho, y éste es ya resultado de la mezcla del indio con el árabe andaluz o de los indios con los árabes andaluces, es decir, el elemento étnico venido con los conquistadores y colonizadores. Antes y durante la conquista del desierto el gaucho ingresó genéticamente en el aborigen y lleva por ello un doble sello telúrico.
El gaucho es también un prototipo de hombre, pues si nos remontamos a sus orígenes, lleva consigo costumbres de los indios mezclados con las de los europeos colonizadores; por lo tanto, se defiende esa parte colonizadora y a su vez, aparece representado en un nuevo enfoque de la literatura.
En su ensayo titulado, «Martin Fierro: El destino de un canto”, Mariana Goldman y Lucía Escalona Toledo dicen:
Pero a medida que el blanco se adentraba en la vastedad pampeana, la raza se mestizaba en su contacto casi siempre violento con los indígenas (quechuas, guaraníes, pampas, araucanos, etc.). Esta hibridación étnica dio origen al gaucho que andando el tiempo se convertiría en factor decisivo de la vida política, económica y cultural del país. A medida que el gaucho se desarrolla y adquiere personalidad, va creando su expresión artística hasta convertirla en la manifestación más original de la literatura rioplatense y acaso de la América española. [1]
Se presenta al gaucho como el educador, el valeroso, ingenioso con integridad moral, cualidades que lo hacen la fuente ideal del patriotismo.
No es menor el papel que cumple la educación en esta tarea de difusión de valores y símbolos de carácter nacional, formando el Martín Fierro parte de un importante movimiento emancipador. Si una obra literaria puede estar atravesada por valores, proyectos políticos e ideales, entonces la obra de Hernández es el reflejo de todo ello. Su interpretación de lo político recorre todo el texto, poniendo en boca del gaucho palabras de denuncia. Pues es el gaucho un símbolo de protesta contra las injusticias y la explotación del hombre por el hombre. En este caso, es un prototipo universal que refleja la desaparición de una clase que fue sometida al yugo de otros.
A través de la denuncia de Martin Fierro se observa esa nostalgia por el influjo de los nuevos cambios que el país atravesaba. Lo que se propuso José Hernández fue hacer del gaucho un símbolo nacional que encarnara esa realidad desgarradora y engrandecer la figura de un ser que por mucho se hallaba en la periferia. Al intentar reflejar las injusticias de un país, logró retratar la condición humana en su totalidad. Lo cual le ha otorgado un carácter trascendental, ya que la obra es valiosa tanto en su forma como en su contenido.
Martin Fierro relata las desgracias a las que fue sometido tras muchos años y se presenta como víctima de su condición de gaucho, es decir, la importancia de esta obra, a diferencia de toda la literatura gauchesca que se venía haciendo, es que José Hernández logró otorgarle a su personaje una condición más allá de un simple carácter social. Martin Fierro no es solamente un simple objeto que es devorado por el paisaje pampeano. El gaucho se enfrenta a diferentes situaciones producto de su lugar en la estructura social, que dan cuenta de sus valores, carácter, pensamientos e integridad. Es presentado como lo que es: lejos de “animalizarlo”, un ser social con todo lo que ello implica.
En la obra se toca el tema de la barbarie, Martin Fierro tiene este elemento a su favor, pues su barbarie es inocente, pero no se habla de salvajismo: Hernández en ningún momento presenta al gaucho como un ser “animalizado”. Es más, vemos cómo se opone la barbarie en contra de la civilización. Martin Fierro se presenta como un hombre que carece de educación, en cambio, la gente civilizada posee la barbarie moral, pues, lejos de la ignorancia en términos de educación académica, esta “civilización” que poseen es usada con el fin de controlar y utilizar estas herramientas de forma amoral, las utiliza en beneficio propio y con el fin de someter a otros.
El gaucho se presenta como un ser incapaz de enfrentarse a esa sociedad opresora, sin embargo, logra exponer ese sentimiento de amargura y resentimiento.
La genialidad de José Hernández radica entre otras cosas, en su capacidad para interpretar y plasmar en el poema, el mito del origen de “lo argentino” en su totalidad, sustentándose él mismo en la figura del gaucho [2]. Es decir, el personaje no solamente carga con su individualidad, sino más bien la colectividad es lo que se hace presente en todo el poema. Pero no fue sino muchos años después de su publicación que el Martin Fierro sirvió de inspiración para la nación Argentina.
El gaucho y lo gauchesco, pues, constituye el elemento substantivo y diferencial del arte y la literatura rioplatenses, aun después de haber desaparecido del escenario pampero como factor económico y social. Dice Martin Fierro:
Le echan la agua del bautismo
aquel que nació en la selva;
“Buscá madre que te engüelva”,
le dice el flaire
y lo larga,
y dentra á cruzar el mundo
como burro con la carga.Y se cría viviendo al viento
como oveja sin trasquilamientras su padre en las filas
anda sirviendo al Gobierno;
aunque tirite en invierno,
naides lo ampara ni asila. [3]
Martin Fierro, es un personaje solitario que asume su papel de víctima de la sociedad, si bien, expone su sufrimiento. Constantemente lo persigue una sensación de desamparo, ya que en su tiempo el ser gaucho era considerado un delito. A lo largo del poema Martin Fierro relata su historia y cómo fue reclutado para ser esclavo del gobierno y servir durante muchos años, lejos de su esposa e hijos. Esta evocación de un pasado idealizado, no es más que una influencia de la poesía andaluza. El gaucho adoptó los viejos moldes andaluces y en ellos vació toda su alma nostálgica y soñadora; pero al verter su espíritu en formas arcaicas del cancionero, no sólo les dio nueva vida, sino que las modificó hasta imprimirles caracteres autóctonos.
La tragedia de Martin Fierro es contada por él mismo, ya que luego entran a la acción personajes secundarios como Cruz, quien es un leal amigo del personaje principal. Ambos protestan por la situación que vive el gaucho en la sociedad, una protesta en contra del gobierno que fomenta la inmigración extranjera y propone fortalecer la influencia de la economía. El gaucho fue un producto genuino de la pampa y del régimen económico y social en que vivió. Su casi aislamiento del mundo civilizado y la total ausencia de una sociedad organizada y de órganos civilizadores, combinados con la acción del medio geográfico y el influjo barbarizante que sobre él ejercía el indio, así como sus primitivos medios de vida, imprimieron al gaucho un carácter peculiarísimo y único en América.
Es precisamente por todo lo que se reconoce en la figura del gaucho y en especial a Martin Fierro, pues encierra esa originalidad de ser un desconocido, erróneamente juzgado, y exaltado por José Hernández. Thora Vinter en su ensayo “Barbarie y Civilización” dice: «Lo que nos presenta el libro: es la descripción de un sector en retroceso de la población de argentina, que hasta ahora ha sido juzgado de «malo», y que es víctima de la injusticia sistemática y la mal comprensión de parte de los que ostentan el poder» [3].
En palabras de Martin Fierro:
Y como con la justicia
no andaba bien por allí,
cuanto pataliar lo ví,
y el pulpero pegó el grito,
ya pa el palenque salí
como haciendome chiquito
Monté y me encomendé á Dios,
rumbiando para otro pago;
que el gaucho que llaman vago
no puede tener querencia,
y ansi de estrago en estrago
vive yorando la ausencia.Él anda siempre juyendo,
siempre pobre y perseguido,
no tiene cueva ni nido,
como si juera maldito;
porque el ser gaucho… barajo,
el ser gaucho es un delito. [4]
Es pues Martín Fierro, el paria de la sociedad, un hombre juzgado y menospreciado, perseguido, engendro miserable de la guerra civil y la ignorancia, con todo el caudal de pasiones que puede abrigar en su corazón un ser humano, y sin siquiera el derecho de manifestarlas libremente, indomable, ignorante, pero con arranques de nobleza. Martín Fierro representa un ser social, no solamente un mero componente del paisaje o un objeto exótico, más bien es una forma de protesta contra lo establecido. A su vez dicen Mariana Goldman y Lucía Escalona:
Opone la barbarie inocente a la barbarie moral de la gente de la ciudad. Subrayando que es preferible la ignorancia en términos de educación académica y política, a contar con estas herramientas y utilizarlas de forma amoral. Lo que hace aquí es ironizar la dicotomía que instauró Sarmiento, identificando a la barbarie con el gaucho, y a la civilización con lo europeo. Así también, Martínez Estrada resalta la “autenticidad” que caracteriza al Martín Fierro, lo que lo distingue de las demás obras de la literatura gauchesca. [5]
Martín Fierro es, ante todo, la encarnación del espíritu de libertad que pedía la nación. Un entretejido de sentimientos que exalta en cada verso. Mediante el sufrimiento del gaucho podemos ver a una nación que vela por el interés de los que más tienen. La aniquilación del gaucho es el reflejo de ese mundo capitalista, que desprecia sus costumbres y tradiciones, un mundo que siempre va a reflejar esa ansia por ser progresista, ilustrado y donde poco importa el espíritu humano.
Bibliografía
Goldman, M.; Escalona Toledo, L. (2013) «Martin Fierro: El destino de un canto», en Nómadas. Revista critica de ciencias sociales y jurídicas, vol. Especial América Latina. Recuperado de: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/americalatina2013/marinagoldman_luciaescalona.pdf
Hernández, J. «Martin Fierro», en Grandes clásicos universales.
Vinter, T. «Barbarie y civilización en «Martin Fierro»». Recuperado de Biblioteca Virtual Universal.
http://www.biblioteca.org.ar/libros/153226.pdf
[1] http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/americalatina2013/marinagoldman_luciaescalona.pdf
[2] idem
[3] José Hernández, Martin Fierro, Grandes clásicos universales, 2003, pág. 39.
[4] Thora Vinter, «Barbarie y civilización en «Martin Fierro»», pág. 2.
[5] José Hernández, Martin Fierro, Grandes clásicos universales, 2003, pág. 39
[6] Marina Goldman, Martin Fierro: “El destino de un canto”, Revista Critica de Ciencias Sociales y Jurídicas, pág. 5.