Románticos de carne y hueso: Gertrudis Gómez de Avellaneda y su innegable personalidad romántica.

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Fotografía: Carlos Enrique Espinoza León
Escrito por: Priscila Helena Rodríguez de la Rosa

El romanticismo fue un movimiento cultural que surgió en reacción y desencanto a la Ilustración en el siglo XVIII. Frederich Schlegel, el fundador del romanticismo, proponía que era en la infinitud del sentimiento personal, intransferible y casi siempre incomunicable el espacio donde se llevaba a cabo la poesía. Así mismo este movimiento reconocía la intuición por encima de la razón; prefería lo magnífico y lo caótico a lo medido y al orden, mostraba predilección e inclinación “por lo imprevisible, oculto, contrastante y contradictorio, patético o pintoresco” [1]. Asimismo, el romanticismo se distinguió por el interés en lo exótico, lo sobrenatural, el folklore popular y por el pasado, pero no su pasado inmediato, es decir no por la época de la Ilustración sino por un pasado un poco más distante: la Edad Media.

La creación literaria del romanticismo fue extensa ya que, aunque siendo un movimiento comenzado en Alemania, pronto se propagó por otros países europeos, como Francia y más tarde España. A su vez, España trajo el romanticismo a América Latina, donde escritores meramente americanos se apropiaron de este movimiento y de sus ideales y lo adaptaron a su contexto. Si bien el romanticismo tuvo varios matices dependiendo del país en el que se trataba, tuvo también características generales que lo identificaron y señalaron diferente.

Algunas de estas características sobreviven hasta hoy, si no en su esencia pura como fueron concebidas en un principio, sí en variaciones. Hasta la fecha podemos decir que algo es romántico o que alguien se comporta de manera romántica. Y, aunque el término se ha tergiversado con el tiempo  y ha mutado un poco, queda una idea de lo que éste término originalmente significaba y denotaba.

Karem Herrera-Gertrudis Gomez de Avellaneda

Gertrudis Gómez de Avellaneda | Ilustración por: Karem Herrera

Entonces, si intentamos contextualizar estos términos a su verdadero origen (literario) y señalamos que alguien se comporta de forma romántica o simplemente que es un romántico, pensamos en aquellos personajes de obras, en su mayoría trágicas, que tienen como ideales la libertad, el sentimiento sobre la razón, el completo arrojo de su ser por una pasión amorosa, la idealización del pasado medieval y el sentimiento de incomprensión; es decir pensamos en personajes demasiado apasionados, demasiado literarios, como para ser reales.

No obstante, aquellos personajes con temperamentos románticos, por más increíble y exagerado que esto pudiera parecer, existieron fuera de las letras de tinta, existieron en nuestra realidad. Muchos de los escritores del romanticismo vivieron vidas parecidas a las de sus personajes: persiguieron su libertad individual a costa de todo y lucharon contra la sociedad y los ideales de ésta para defenderla, enamorados sufrieron profundamente y dotados de una sensibilidad más aguda que la normal se vieron y sintieron aislados del resto de sus iguales.

El romántico como ser de carne y hueso existió y la escritora cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda es un claro ejemplo de este espíritu del romanticismo fuera de las obras literarias. Gómez de Avellaneda, o Tula como la conocían sus cercanos, nació en Cuba en 1814 (23 de marzo) donde vivió hasta 1836. Ese año su familia se mudó a España, primero a La Coruña y luego a Sevilla. Ahí, en Sevilla, en 1839 es donde conoce a quien sería el gran amor de su vida, un joven estudiante de Leyes llamado Ignacio de Cepeda y Alcalde.

Con Cepeda y Alcalde Gertrudis mantuvo una relación epistolar que duró desde 1839 hasta 1854. No conocemos las respuestas de Cepeda, únicamente tenemos las cartas que Gertrudis le envió. Esta colección de su autobiografía y cartas suyas enviadas a Ignacio de Cepeda son una magnífica prueba del temperamento romántico de Avellaneda y por ende son un testimonio contundente de la existencia real de los románticos.

Esta relación epistolar contiene una interesante, y extraña para su época, autobiografía al tiempo que muestra una evolución en los sentimientos amorosos que la escritora tiene hacia el destinatario. Es en su autobiografía y en la expresión de sus sentimientos hacia Cepeda donde encontramos  esa ardiente y apasionada alma atormentada tan distintiva  de los románticos.

Características del romanticismo

Es preciso puntualizar las características particulares del romanticismo y los románticos para luego así poder ubicarlas en el discurso autobiográfico de la escritora.

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Fotografía: Carlos Enrique Espinoza León

  • La libertad

La exaltación de la libertad del hombre frente a cualquier ley humana es un tema frecuente y recurrente. Es por eso que el romántico exalta figuras libres y anárquicas que van en contra de las leyes o normas establecidas. Un ejemplo es el poema de José Espronceda “La canción pirata” (es un poema sobre un pirata que es libre y vive en el mar y no le tiene que rendir cuentas a ninguna nación, etc). La libertad de acción y de pensamiento es un objetivo que el romántico busca alcanzar. El poder tomar sus propias decisiones, libres de ataduras sociales, es para ellos una idea utópica.

Sin embargo esta libertad no sólo se refiere a una libertad cívica sino también a una libertad pasional. Esta libertad pasional representa un conflicto entre el deber social y el amor. En Gertrudis la búsqueda de este tipo de libertad es explícita. Comprometida desde los quince años a contraer un matrimonio arreglado Gertrudis al principio idealiza a su prometido pero, desencantada de ese hombre, decide, contra la voluntad de su familia, romper el compromiso. Gertrudis buscaba a alguien a quién conscientemente pudiera entregarle su pasión y su respeto, como lo dice en su primera carta.

He encontrado hombres; hombres, todos parecidos entre sí: ninguno ante el cual pudiera yo postrarme con respeto y decirle con entusiasmo: tú serás mi Dios sobre la tierra, tú el dueño absoluto de esta alma apasionada. [2]

Después de este rompimiento Gertrudis acude a su abuelo y muy elocuente y dramáticamente escribe: “Me arrojé desolada a sus pies, y le dije que me daría la muerte antes de casarme con el hombre que me destinaban.” En esta sentencia se descubren dos importantes características de la escritora: la primera, su insistencia para lograr lo que deseaba. Gertrudis poseía un carácter fuerte, pues no era fácil oponerse e  ir contra los deseos de su familia. Y la segunda su forma dramática de hacerlo. La forma en la que Gertrudis expresa a su abuelo su deseo bien pudiera haberse sacado de una novela u obra trágica del romanticismo; bien pudieron salir esas palabras de cualquier personaje femenino de una obra típicamente romántica. Gertrudis buscaba la libertad y sinceridad de los sentimientos, de las decisiones y fue esta búsqueda de libertad que tanto determinó su vida.

Incluso en su amor completo a Cepeda ella insiste en su libertad, Gertrudis, desde una perspectiva romántica ve la libertad, y la vive, de una manera sumamente moderna

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Fotografía: Carlos Enrique Espinoza León

Soy libre, y lo eres tú; libres debemos ser ambos siempre; y el hombre que adquiere un derecho para humillar a una mujer, el hombre que abusa de su poder, arranca a la mujer esa preciosa libertad; porque no es ya libre quien reconoce un dueño. [3]

  • El amor

Muy apegado al ideal romántico de libertad está el del amor ideal pero imposible. Para el romántico, cuyos valores tienen su origen en el cristianismo, el amor es algo divino y su objeto de amor llega a ser como un dios. Debido a la cualidad divina y extraterrenal del amor, su realización en la Tierra es prácticamente imposible. “Yo buscaba un bien que no encontraba y que acaso no existe sobre la tierra” [4]. De ahí que el amor, el sufrimiento y la muerte estén siempre tan ligados. Al mismo tiempo el amor romántico muchas veces causa dolor pues o se ve imposibilitado por la sociedad o simplemente no es correspondido.

A  lo largo de las cartas varias veces Gertrudis llama a Cepeda “mi Dios” o “mi ídolo”: “Una mujer vulgar celaría en ti su novio, yo celo mi ídolo, mi Dios, que tiemblo ver profanado” [5]. Ella ve y trata a su amante como si se tratara de su Dios. Su amor por él es apasionado y sus declaraciones lo reflejan, al mismo tiempo que reflejan la no correspondencia de su pasión.

Porque yo te amo con un amor que tú mismo no comprendes; ¡yo lo he conocido! No lo comprendes, no. Este culto de mi corazón, esta pasión pura, inmensa, tu corazón no la ha entendido. Yo misma, yo temblaba el llegar a amar con todas las fuerzas de mi alma. [6]

Gertrudis vivió su amor por Cepeda de una manera arrebatadora y sumamente apasionada, como lo haría un personaje romántico.

  • Incomprensión

Con la aparición del hombre interior o imperio de lo subjetivo, el hombre romántico se ve ajeno a su realidad y a su sociedad. No siente una pertenencia al mundo y a su gente, más bien se siente diferente. Su sentimiento de alejamiento provoca en el romántico una imposibilidad de comunicarse con su entorno lo que al mismo tiempo opera al contrario, haciéndolo sentirse más aislado; no es comprendido, ni comprende. Gertrudis se identifica a sí misma como diferente y es por esto que con pocas personas ella puede entablar verdadera amistad. En la primera carta narra que desde muy joven sus aficiones no eran parecidas y congruentes con las de las demás niñas de su edad que conformaban su sociedad:

nunca fui alegre y atolondrada como lo son regularmente los niños. Mostré desde mis primeros años afición al estudio y una tendencia a la melancolía. No hallaba simpatías en las niñas de mi edad. [7]

Después conoce a las hermanas Carmona y con ellas entabla amistad, sin embargo sigue sintiendo una separación con los demás y prefiere actividades alejadas de la sociedad. Desde una temprana edad se separa, junto con sus tres amigas, del resto de las demás: “Nunca nos mezclábamos en los bulliciosos juegos de las otras chicas con quienes nos reuníamos” [8].

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Fotografía: Carlos Enrique Espinoza León

Y más adelante, con más años, esta característica no desaparece.

Mamá nos reñía algunas veces de que siendo ya grandecitas, descuidásemos tanto nuestros adornos, y huyésemos de la sociedad como salvajes. Porque nuestro mayor placer era estar encerradas en el cuarto de los libros, leyendo nuestras novelas favoritas. [9]

El sentimiento de soledad de Gertrudis es una constante. “Huía de la sociedad y aún de mis amigas; buscaba la soledad para llorar sin saber por qué, y sentía un abismo en mi corazón” [10]. Aún de mayor, mientras le escribe a Cepeda sigue sintiéndose así.

Juzgada por la sociedad, que no me comprende, y cansada de un género de vida que acaso me ridiculiza; superior e inferior a mi sexo, me encuentro extranjera en el mundo y aislada en la naturaleza. [11]

Gertrudis Gómez de Avellaneda sentía y vivía tal como los personajes ficticios propios de la creación romántica. Su sentir y actuar era congruentes con éstos valores románticos que hasta posible sería leer su autobiografía y sus cartas como si fuesen ficción.

Gertrudis no sólo escribió obras románticas sino que vivió una vida defendiendo y creyendo en los principios que constituían su obra.

 


Bibliografía

Gómez de A., Gertrudis. “Autobiografía y cartas (hasta ahora inéditas) de la ilustre poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda / con un prólogo y una necrología por D. Lorenzo Cruz de Fuentes”. Versión en línea. Recuperado de Cervantes Virtual [Sitio web].  http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/autobiografia-y-cartas-hasta-ahora-ineditas-de-la-ilustre-poetisa-gertrudis-gomez-de-avellaneda–0/html/

Martínez T., Diego. “Fundamentos teóricos acerca del Romanticismo español”. Universidad de Córdoba. Versión en línea en Cervantes Virtual [Sitio web]. http://213.0.4.19/servlet/SirveObras/01367397653436162065679/p0000001.htm?marca=caracter%EDsticas%20del%20romanticismo#19

“Romanticismo”. Diccionario virtual de la UNAM. http://www.cialc.unam.mx/pensamientoycultura/biblioteca%20virtual/diccionario/romanticismo.htm

[1] ídem
[2] Autobiografía
[3] Carta 14
[4] Autobiografía
[5] Carta 14
[6] ídem
[7] Autobiografía
[8] ídem
[9], ídem
[10] ídem
[11] Carta 1

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Escrito por

Revista de Literatura, Arte y Humanidades editada por la Escuela de Humanidades de la Universidad Modelo. Ha publicando periódicamente del 2002 a la fecha.

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